La
organización y cobertura de grandes hitos deportivos, se han convertido en la
actualidad, en el foco de una mirada globalizada, tanto en su desarrollo como
en su desenlace. Estas instancias, adicionalmente
se han transformado en un incentivo para diversos sectores productivos y en un aliado estratégico para construir
atributos de posicionamiento de los países anfitriones.
Hace décadas que el mundo moderno
ha venido promoviendo el deporte como una actividad inherente al desarrollo
humano. Esta tendencia ha ido evolucionando e integrando una disposición
irrefrenable hacia la profesionalización en todos sus ámbitos, entre los que
destaca el puramente deportivo de cada disciplina. En este contexto los desarrolladores
de productos de cada actividad, proveedores de insumos a los proceso productivos,
tanto en sus estándares organizativos, como en sus mecanismos de difusión hasta
convertir estas actividades en verdaderos incentivos para un sin número de
industrias, entre las que destaca el turismo, transformándose en un actor cada
vez más relevante en la complementariedad a estos procesos y los beneficios se
observan como una cuestión de estado, sin olvidar que sus alcances tienen un
carácter inevitablemente sistémico.
Torneos de alta convocatoria y de
transmisiones globales como Juegos Olímpicos, copas continentales y mundiales
de futbol, Torneos de Tenis como Grans Slam, Triatlones o Iroman, Torneos de
Golf como los Majors, Circuito de Fórmula 1, entre otros, seguidos por millones
de fanáticos alrededor del mundo, generando la demanda de diversos servicios en
los países donde se desarrollan estos hitos deportivos.
Esto contribuye a
fortalecer la inversión privada y pública para dar los mejores estándares de
servicios y para hacer de estos eventos, íconos de la cultura globalizada. Por
ello, asistir a estos torneos continentales y adicionalmente vacacionar en los
países organizadores, genera una demanda sistémica de cientos de miles de
turistas que pueden llegar para participar del evento deportivo por el cual se
desplazan, pero adicionalmente pueden descansar, conocer y disfrutar.
En el transcurso del mes de junio
del 2015, estamos en pleno desarrollo de la Copa América de Fútbol, en Chile.
Cientos de miles de turistas están generando una gran demanda de importantes
industrias como la hotelera a través del
país y en especial de las ciudades donde habrá competencia futbolera.
Adicionalmente, los Malls de cada ciudad, donde van los hinchas de cada país
asistente, restaurantes, transportes, empresas de servicios. Todos se ven
extraordinariamente estimulados y son sujetos de una demanda sobresaliente
durante estos periodos.
Otro aspecto que no deja de
llamar la atención se relaciona con el hecho más bien socio cultural que de
mercado, me refiero a que el futbol se ha convertido en un deporte que ha
dispensado un espacio, un refugio para el
desarrollo de las “barras bravas”, las que sólo han permeado un
alejamiento de la ciudadanía con esta actividad, básicamente por los riesgos,
aversión y temor a las agresiones que estos grupos imprimen como un sello de
diferenciación.
Pero el desarrollo de esta Copa
América 2015 en Chile, no ha sido así. Los expertos señalan que son públicos
distintos, tanto el de equipo que va domingo a domingo al estadio, respecto de
las personas que vienen a ver los partidos de sus selecciones en los estadios
designados. De hecho tuve la oportunidad de pasar, por fuera de un estadio, sin
saber que me toparía de frente con los asistentes en masa a ver un partido de
la selección de Brasil contra la selección de Venezuela, pero para mi sorpresa,
esto era muy distinto a la presencia de barras bravas intimidando y poniendo en
riesgo a las personas que se cruzan en su camino. Esta vez, era la familia que podía
ir al partido de alta convocatoria, padres con sus niños y esposas, parejas
jóvenes y mayores, caminando hacia el estadio en tranquilidad y con la
seguridad extradeportiva con que esta actividad se desarrolló por décadas en
Chile y otros países.
Este tipo de fenómeno, genera un clima
de alta favorabilidad social, de imagen positiva, proyectada a través de los
medios de comunicación a nivel global. Es el mejor momento para generar
contenidos en las campañas de Public Relations con cobertura a nivel global,
noticiarios que hablan del evento deportivo, pero que también otorgan cobertura
en TV, prensa online, radios, portales noticiosos; permitiendo reforzar
contenidos, si todo anda bien, relativo a los aspectos más positivos de cada
destino, de sus atractivos, de la cultura local, de su patrimonio
arquitectónico, de la oferta de destinos y de los incentivos de cada país o
mercado, en el caso de Chile y por la temporada invernal, de la práctica ski o
snowboard, en sus más de 20 centros invernales, de su oferta gastronómica, de
su industria vitivinícola a través de recorridos para turistas a las zonas
viñateras, de las singularidades en la zona norte y el desierto así como de la
zona sur, esencialmente lacustre y sus atributos, en especial de su extensa red
de centros termales. Es decir, lo que la industria local tiene para generar
incentivos. Con ello, el país anfitrión del evento deportivo, puede crear
niveles de posicionamiento para incentivar la demanda turística futura.
En definitiva, una gran
oportunidad para mostrar el potencial de cada lugar y la obligación para hacer
de estas actividades una plataforma comunicacional de muy bajo costo, para promover
destinos, capacidad instalada y promover
a un país en su más amplia diversidad.