Hace
poco, leí sobre el interés y desarrollo por la astronomía en Chile,
ello gracias a la notable calidad de las condiciones naturales de observación y
naturalmente a un importante crecimiento en infraestructura necesaria para el
desarrollo de esta actividad en los más diversos niveles. Pero hubo una
distinción que me pareció, verdaderamente significativa, y esto es la
disposición a crear, a emprender, que permite, en definitiva, que la sociedad o
el mercado genere una cultura de oportunidades,
crecimiento y desarrollo.
Existen condiciones naturales,
específicamente en el norte de Chile, al tener cerca de 290 noches despejadas al año, estimulando a que
muchos proyectos astronómicos al más alto nivel científico, hayan decidido
desarrollar infraestructura con tecnología de punta, para explorar desde estas
latitudes la insondable y enigmática historia y comportamiento del universo y
por ende de nuestras circunstancias, como especie viva en este planeta. La estimación
es que la zona norte de Chile, Antofagasta II y IV región son por antonomasia,
los lugares de mayor desarrollo de la astronomía a nivel global, cabe señalar
que cerca de un 40% de la infraestructura utilizada para la observación
astronómica en el mundo, se utiliza en esta zona y las proyecciones son de
alcanzar un porcentaje entorno al 70% en los próximos 10 años.
También hay niveles más
intermedios que permiten hacer una observación para propósitos recreativos y
educativos, los que definen una oferta intermedia muy atractiva, con más de 24
centros que promueven el “astroturismo” es decir, se abren recorridos que combinan
visitas a observatorios e incluyen también visitas a viñas, centros termales y
otros atractivos para diferenciarse.
Todo esto me lleva a reflexionar,
sobre el rol que juegan las políticas públicas de calidad, en especial las que
sean capaces de promover condiciones de mercado para que los emprendedores gestionen
sus propias iniciativas y tomen los riegos inherentes a las características de cada prospecto e inversión, en pos de
desarrollar proyectos exitosos y sustentables en el tiempo.
En este contexto, lo que no dejar
de llamar mi atención, es que hay mercados donde el emprendimiento se empieza a
convertir en una práctica cultural, donde las personas están interesadas en
explorar oportunidades y cuando se desarrollan incentivos y condiciones que
genuinamente se pongan al servicio de las personas y sus iniciativas, estas se
traducen en emprendimientos y con ello se genera una corriente de creatividad y
desarrollo para los países.
En esta perspectiva, y en el
marco de experiencias exitosas en otras industrias, tenemos muestras
interesantes del significado e impacto de políticas públicas y estímulos bien
diseñados, en lo realizado y liderado por el Estado de Chile, a través de distintos
gobiernos, para generar incentivos para el sector tecnológico.
Para ello, se creó el
programa Startup Chile, el propósito fue construir un polo de innovación y
desarrollo. En esta perspectiva, se buscó atraer innovadores de otros
países, con proyectos de potencial crecimiento global, para que vinieran a
Chile y generarán incentivos, cambios culturales potentes, en particular en materia
de emprendimientos tecnológicos.
En definitiva, lo que se ha venido
incentivando, es hacer y premiar a proyectos que están en una etapa temprana,
considerados como riesgosos para otros inversionistas como los llamados “Ángeles
en USA”, posibilitando, un espacio para poder desarrollarlos en Chile. De
manera tal que lo que se permite y financia, es que testeen estos proyectos innovadores,
pero riesgosos y con ello, disminuyan las inseguridades frente a futuros
inversionistas en otros mercados más atractivos.
A estos programas en Chile, ha
postulado miles de emprendedores de Internet de más de 50 países a través del
mundo en los últimos años. Se han seleccionado cientos Startup y cada uno ha recibido
unos US 35.000 mil dólares, además de oficinas gratis y visas de trabajo. No se
busca que una vez desarrollados estos proyectos se queden en Chile, sino que
después de pasar 6 meses en Chile, puedan tener reuniones con emprendedores
locales y hablar en universidades, entre otras responsabilidades. Cerca de un
30% de los emprendedores extranjeros, se ha quedado en Chile y al quedarse,
tienen un atractivo espacio de crecimiento, especialmente dentro de la
región, es decir América Latina.
Se espera que esto genere al
largo plazo, una señal positiva en el desarrollo de más patentes de invención y
en consecuencia impacte en la creación de riqueza. Para el Estado y mercado
chileno es fundamental, construir una balanza comercial donde las exportaciones
chilenas a otros mercados, logren paulatinamente posicionar y ponderar productos
con alto valor agregado y que crezca por sobre la exportación de productos
primarios, como fruta, granos, cobre; vino, entre otros. Esto representa un
desafío estratégico para el desarrollo y fortalecimiento de la economía chilena
o de cualquier otra economía, en la era del conocimiento.
En Chile, como en muchos países de
la región, coexisten, citando a Alvin
Toffler, las 3 Olas de la Humanidad, que explicarían la historia y el
desarrollo a nivel global: La 1era Ola era Agricultura, la 2da Ola era
Revolución Industrial y la 3era Ola es la del Conocimiento. El desafío país para
Chile, es fortalecer la capacidad de innovación, ahí la tecnología juega un rol
fundamental en lograr reducir las exportaciones de productos básicos por
alternativas de exportación donde exista mayor valor agregado e innovación.
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