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Magíster en Comunicación Social, Consultor en Comunicación, Crisis Corporativas y RSE. Socio de Global Business Comunicaciones, www.gbcom.cl, Santiago de Chile http://cl.linkedin.com/in/sergiov1

miércoles, 8 de febrero de 2017

IDENTIDAD PAÍS


La identidad país, está siempre en movimiento, los drivers para alcanzar a gozar de una reputación positiva son dinámicos y como el marketing mix requieren de un grado de coherencia e interacción entre ellos.



La identidad de un país, como rasgos de diferenciación, se forja a través de su historia. Muchos aspectos y elementos contribuyen a edificarlo o a de-construirlo, ya sea desde el tipo de desarrollo y productividad, de la estabilidad social y política, desde la transversalidad de su arte, desde el desarrollo del conocimiento y sus aplicaciones, y por sobre todo desde sus decisiones y circunstancias.

En esta perspectiva y así lo entienden muchos mercados, las iniciativas privadas y los incentivos proveniente en su germen, desde el fortalecimiento de buenos diseños de políticas públicas, pueden contribuir activamente en fortalecer industrias o áreas de una economía y en este caso la industria turística, tiende inevitablemente a ejercer una influencia en el posicionamiento público positivo, a nivel global e incluso en su balanza comercial.

Los medios de comunicación por otro lado, redes sociales, y en particular los medios de alcance masivo y segmentado, son algunos de los canales que pueden contribuir a difundir y posicionar los aspectos y distinciones que serán definidas como fundamentales, en la perspectiva de construir rasgos positivos y diferenciadores de una propuesta país.

Así, la cobertura y el desarrollo de contenidos en los medios de comunicación y su alcance hasta el nivel global, resultan de extraordinaria importancia para este propósito, en especial, respecto del acceso a sub áreas complementarias al desarrollo humano como la cultura: conciertos, teatro, gastronomía, destinos, modelos de vida; todos alineados y en la perspectiva de una oferta de contenidos de calidad, especialmente en la TV Cable a nivel global.

En esta configuración, hay experiencias medidas, donde personas de bajos recursos, han demostrado, en innumerables oportunidades y en distintos mercados, que cuando se informa adecuadamente, con la antelación correcta, sobre la presencia, de un líder de opinión trascendente en el mundo de la cultura o música, la respuesta de rating es buena, y finalmente estimulante para las expectativas de visualización y contacto,  ello contribuye en definitiva a dar a conocer nuevos matices e información del país.

En paralelo, el proceso evolutivo del turismo, así como los diversos estadios de desarrollo alcanzados, han sido el resultado de una búsqueda estricta en muchos sentidos, particularmente respecto de los alcances propuestos a los más diversos nichos socioeconómicos a nivel global, todo ello fundado en la necesidad de vivir experiencias renovadoras, y de cómo estás experiencias han promovido una demanda incesante hacia innumerables destinos ya posicionados, pero también hacia otros nuevos que hoy están disponibles.

En esta perspectiva de rasgos diferenciadores e identidad local, las propuestas y modelos de servicio turístico, emergen en lugares con ciertos rasgos positivos, pero sumando indirectamente aspectos diferenciadores que terminan agregando valor y hasta fidelidad, por ellos los mercados como: México, Brasil, Perú, Argentina, Chile, Colombia, Uruguay; Panamá entre otros, poseen oferta de destinos posicionados y valorados, y surgen la mayoría de las veces, nuevos destinos emergentes, con nuevos significados, con nuevos atributos, que acrecientan y enriquecen su imagen y la identidad como una rasgo emergente, diferenciador que potencia y agrega valor a todos, si el trabajo está bien hecho.


La identidad país, está siempre en movimiento, los drivers para alcanzar a gozar de una reputación positiva son dinámicos y como el marketing mix requieren de un grado de coherencia e interacción entre ellos, de objetivos comunes. Nada está o se deja al azar, por el contrario, la planificación año a año de actores privados y públicos, medios de comunicación, inversiones, cultura, gestión es indispensable y necesaria, en síntesis la identidad país, se gestiona, se dirige, se construye y se evalúa.

lunes, 16 de enero de 2017

FUTURO Y CAMBIO CLIMATICO


El Cambio Climático es un tema transversal para la vida, primero porque el modo en que el desarrollo se viene edificando en la modernidad, supone una inevitable relación de causa y efecto. Es decir, la forma de producción y/o extracción de diversos recursos, a nivel planetario, ha generado impactos y externalidades negativas de modo transversal, y de modo puntual, el comportamiento del clima a nivel global es uno de los grandes focos de preocupación por los costes y perjuicios que parece irreversiblemente se irán instalando en la agenda científica, política y de medios a nivel global.



El cambio climático se ha tomado la agenda de los medios hace tiempo y con ello el interés de las personas a nivel planetario crece día a día. Cada vez que hablamos de cambio climático, estamos refiriéndonos a las externalidades negativas que este proceso genera. Sólo como una referencia, según la OMS (organización Mundial de la Salud) entre los años 2030 y 2050 habrá un aumento de 250 mil muertes adicionales cada año. Los costes directos para la salud variarían entre 2.000 y 4.000 millones de dólares de aquí al 2030.

Ha habido un aumento en el nivel del mar el cual está en pleno desarrollo, ello debido principalmente al derretimiento de los glaciares, los regímenes de lluvias están cambiando, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más intensos y recurrentes.  Hay un proceso deterioro y contaminación de suelos con destino agrícola, de contaminación por residuos industriales, urbanos, sanitarios; de aumento de la deforestación a nivel global, así como del deterioro de la capa de ozono, en definitiva hay una pérdida de biodiversidad a nivel global.

En diciembre de 2013, se hizo público en Chile, el “Informe País: Estado del Medio Ambiente Chile 2012”, en el que se evidencia la seriedad del deterioro del patrimonio natural,  y que lamentablemente se ha reducido en los últimos 10 años. Ahí se señala que: ”…Chile está ahora más reducido y sus ecosistemas han perdido componentes y grados de funcionamiento”. (5to Informe, del Centro de Análisis de Políticas Públicas, del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile)

El mundo, ha cambiado a través y a partir de la acción humana; sin embargo, no nos estamos haciendo cargo de ese cambio adecuadamente, y esa circunstancia explica la crisis ambiental, que está determinada por el abrupto reconocimiento de los límites del planeta, que aparentemente desconocíamos hasta hace algunos años, pero que hoy no podemos ignorar.

En este contexto el Foro sobre Cambio Climático de París realizado en 2015, como convenio Marco de la ONU, fue un punto de inflexión sobre la a aceptación de la degradación y los efectos que esta situación ha configurado a nivel sistémico sobre el planeta.

El problema inicial fue que dejó muchos vacíos, uno de ellos fue sugerido por Soledad Aguilar, Directora del posgrado en Derecho y Economía de Cambio Climático de Flacso Argentina, propuso: “….Al ser un acuerdo legalmente vinculante cabe la posibilidad que grandes emisores (como los Estados Unidos) no lo ratifiquen como sucedió con el Protocolo de Kyoto. Para entrar en vigor se requiere – igual que en el caso del Protocolo de Kyoto – la ratificación de al menos 55 países que representen el 55% de las emisiones globales. Gran desafío para la administración Obama, antes de finalizar su mandato… festín para Trump y los republicanos si no lo logran….”

Finalmente, Estados Unidos y China ratificaron su compromiso para el Acuerdo de París en reducir las emisiones nacionales derivadas de uso de carbono un 80% para 2050, medido contra niveles de 2005, considerando que ambos países son los más contaminantes del mundo, ambos suman cerca del 38% de las emisiones globales. El nuevo problema es que la administración Trump prometió retirarse del Acuerdo de París, en una perspectiva en que el mundo se inclina por desarrollar y promover economías ecológicas

Un aspecto fundamental a esta grave situación inherente al mundo productivo, es integrar una nueva cultura, la de producir de modo sostenible. Por ello es razonable, preguntarse cómo deben asumir su propio rol respecto de adoptar posiciones y políticas corporativas, en particular cuando no logran resolver un problema fundamental, para fijar incentivos en este cambio de funcionamiento.

Me refiero, a la incapacidad de medir, la rentabilidad de invertir en políticas y prácticas operacionales que tiendan a fijar conductas sostenibles en sus procesos. Sobre ello, Carlos Vergara, en el Reto de la sostenibilidad en las empresas” de Harvard Deusto Business Review, indicó que la disponibilidad corporativa, en estas materias existen, pero se enfrentan a un problema: La falta de correlación entre la sostenibilidad y el valor del negocio.

Por ello se ha puesto como una necesidad la importancia de cuantificar el valor de las inversiones en esta materia, caso contrario, indica, corren el riesgo de convertirse en un gasto operacional más y estos, en esa condición,  tienen el riesgo latente de ser eliminados en cualquier momento. 

Además hay que señalar dos tendencias que se contraponen. La primera señala que algunos segmentos de consumidores, parecen preferir productos y servicios que se elaboran bajo parámetros de sostenibilidad.

La segunda, adhiere a que no hay fidelidad de marca, sobre muchos productos de consumo a nivel global y eso lleva a establecer tendencias sobre las preferencias, y fundamentalmente sobre el valor final de productos, de modo que si las empresas que los producen no son sostenibles, eso no les hará cambiar de opinión sobre su forma final de consumo. 

Hay muchas industrias que no están ajenas a esta encrucijada, más allá de que está latente una concurrencia ética, la que finalmente importa es que la definición sustentable de muchas empresas, sea una definición que agregue valor y se pueda rentabilizar, es decir, en esta correlación los consumidores deben jugar un rol fundamental: la de preferir a los productos o servicios derivados de empresas sustentables que puedan contar con la preferencia  y demanda por sobre aquellas empresas que no son sustentables.

El desafío se ha planteado y el mérito de nuestras decisiones aportará como una solución activa a un problema complejo y crucial, la de producir condiciones para un futuro donde las empresas no sostenibles, no tengan incentivos para seguir generando perjuicios sociales y medioambientales.



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