El vertiginoso proceso de grandes cambios que ha experimentado el mundo en las últimas décadas, derivado del incremento y acumulación exponencial y sin precedente de nuevo conocimiento, en campos tan diversos como biotecnología, física cuántica, telecomunicaciones, genética, informática, por mencionar, sólo algunas, han generado nuevas pautas interpretativas a nivel personal y social, y posibilita en definitiva de signos inequívocos de cómo funcionan los nuevos tiempos.
Pero, lo cierto es que, el proceso de acceso y vinculación práctica al conocimiento es menos glamoroso que lo que quisiéramos, en parte porque la sociedad del conocimiento, ha incubado una enorme desafío, y este no es otro que el de desarrollar, en muchos frentes, nuestra inagotable capacidad de adaptación y por otro, la oportunidad muchas veces esquiva, de poder acceder y vincularse en términos reales a la gestión y praxis del conocimiento.
Por ello, desenvolverse en este nuevo paradigma en algunos importantes casos ha sido gradualmente más ripiado y dificultoso. El acceso y como consecuencia, la transferencia de información, en las sociedades del tercer mundo y las no industrializadas se han visto marginadas o enfrentadas a grandes barreras de estos procesos.
Por otro lado, transversalmente en todo el mundo, las generaciones mayores, que venían con habilidades de aprendizaje analógicas, han sido las de más lento acceso e integración a los grandes flujos de información y conocimiento. Comparado con las generaciones más jóvenes de desempeño intuitivo al aprendizaje digital, lo que en definitiva y visto desde un punto de vista de su habilidad para desarrollarse desde paradigmas de aprendizaje no lineales, se han empoderado con mayor velocidad y se están desenvolviendo activamente en estos nuevos escenarios.
En definitiva, las destrezas de nuestras sociedades de transferir, asimilar, aplicar y sistematizar conocimiento, nos conlleva al impacto que este proceso genera en las personas, que en su fuero más intimo como en el de las organizaciones, buscan construir y desarrollarse desde sus capacidades de discriminar qué conocimiento tomar, cómo integrarlo, cómo transferirlo y lo más transversal es cómo vivir en él y de él.
La RSE es un buen ejemplo que reelabora, norma y difunde, las nuevas prácticas de existencia de las empresa en el siglo XXI, el rol y desempeño obligado, de las empresas que entienden y aceptan como necesario, comportarse responsablemente en sus procesos productivos y en su relación con el medio ambiente y con sus stakeholder.
La razón es simple, reñirse corporativamente con las buenas prácticas es ineficiente y miope, además se exponen a la abrumante información que hoy se puede hacer pública, respecto de la buena o mala gestión de una empresa, de sus prácticas operativas, proyectos de inversión, relación con sus colaborados y de cómo estos pueden impactar a sus entornos más cercanos y a una comunidad. Por ello, ignorarlo, es la muerte a una crónica anunciada.
El riesgo y la tesis que más valor cobra hoy en las gerencias de comunicación y marketing no es a “maquillar” y construir marcar con atributos sin base, sino más bien ser un buen ciudadano corporativo y dar cuenta de cómo hoy se busca como una meta, más que una estrategia, producir en armonía con el modelo social del conocimiento.
Por otro lado, las personas como seres anónimos, buscan encauzar justamente su propia existencia en este nuevo contexto social, de asignarle valor real a sus opiniones, y de aproximarse de un modo concreto y perceptible, al tipo de vida que desean tener.
El cambio es inherente a la experiencia humana, y concediendo que la velocidad y heterogeneidad con que hoy se produce, hace más exigente y concreto el esfuerzo de todos y cada uno por comprender el sentido y orientación de su existencia y de su relación y prominencia en sus respectivos grupos de pertenencia – familia, empresa, universidad, etc.-, este es un hecho con el que nos relacionamos con menor o mayor conciencia, dependiendo de la elaboración que cada ser humano sea capaz de gestionar para su propio desempeño.
Lo finalmente relevante es comprender, como sacamos ventajas de las circunstancias que deben sortear el hombre o mujer de esta época, en el entendido que si lo hacemos individualmente bien, eso se reflejará en las organizaciones y de las tribus electivas de las que formamos parte.